Hoy se publica en el BOE el Real Decreto 775/2011, de 3 de junio, por el que se aprueba el Reglamento de desarrollo de la Ley de Acceso a las Profesiones de Abogado y Procurador (http://www.timeshighereducation.co.uk/story.asp?sectioncode=26&storycode=416482) y, por tanto, desde hoy empieza la cuenta atrás para que las universidades diseñen el futuro Máster de Acceso a la Abogacía, que deberá implantarse en el curso 2012/13. Se trata de un Máster de contenidos difusos, eminentemente prácticos, y en el que cada institución goza de una gran autonomía para diseñar el programa que considere que aporta una mejor formación y prepara de forma integral a futuros abogados. Tengo la suerte de formar parte de una comisión encargada del diseño de uno de estos programas y, la verdad, siento una gran responsabilidad. Creo que es un proyecto necesario y ambicioso, que ha venido demorado por las dificultades de aprobación del Reglamento de desarrollo y que, ahora más que nunca, requiere un gran esfuerzo de reflexión.
Precisamente hoy se publica en Times Higher Education una columna de opinión que invita a la reflexión sobre el necesario rediseño de los programas universitarios y, en particular, los profesionalizantes (Steven Schwartz, "Not by skills alone", http://www.timeshighereducation.co.uk/story.asp?sectioncode=26&storycode=416482). El mensaje de base es claro: hay que poner en valor la "sabiduría" y buscar una formación integral de los futuros profesionales. Por muy difícil que sea integrar en un programa de carácter eminentemente práctico y profesionalizante cuestiones generales o abstractas, es imprescindible fomentar una verdadera formación universitaria más allá de las técnicas y "trucos" inherentes al ejercicio de toda profesión (y, en concreto, la de Abogado).
Teniendo en cuenta que la mayor parte de los involucrados en el diseño de los nuevos Máster de Acceso a la Abogacía serán académicos o profesionales con bastante experiencia (y que todos nosotros pertenecemos al "antiguo régimen"), tengo la sensación de que el mayor reto será que logremos pensar más allá de nuestras limitaciones y prejuicios, y que sepamos establecer un marco flexible en el que tenga cabida todo lo necesario para que nuestros graduados en Derecho completen su formación y puedan ser verdaderos abogados integrales. De otro modo, habremos cambiado todo para que todo siga igual, y tendremos que soportar la vergüenza de nuestro fracaso...