Hoy salen a la luz dos noticias radicalmente opuestas en cuanto a las tendencias de futuro en el sector bancario--que plantea un puzzle sobre el que da miedo aventurar opiniones, pero que ya parece alcanzar unos niveles de entropía difíciles de pasar por alto.
Por una parte, parece cada vez más claro que los mercados y el estamento político apuestan por una mayor concentración del sector financiero, en que entidades grandes y con una solvencia relativamente sólida absorban a otras en situaciones mucho más complicadas (por ejemplo, El Confidencial: "La nueva banca que quiere Rajoy: Caixa-Bankia, BBVA-Catalunya y Popular-Unnim" http://tinyurl.com/7mysvn4). Parece como si no hubiéramos oído todavía que no es bueno tener entidades demasiado grandes como para que entren en concurso (la maldición del too big to fail o, en términos más recientes, del carácter sistémico de las entidades financieras), o que el ruido de fondo de la falta de recursos y la presión de los mercados nos hagan desoir la voz de nuestras propias consciencias.
Por otra parte, y con algún retraso (desgraciadamente propio del Leviatán comunitario), la Comisión Europea ha nombrado un grupo de expertos sobre aspectos estructurales del sector financiero--presidido por el gobernador del Banco de Finlandia, Erkki Liikanen--para que realice propuestas orientadas a reforzar la solidez de las entidades financieras y la protección de los usuarios de sus servicios (http://tinyurl.com/78s3ueq). Parece bastante claro que sus propuestas tendrán especialmente en consideración las tendencias de separación de banca comercial y de inversión, o el problema difícilmente resoluble del tamaño deseable de las entidades. Desgraciadamente, hasta el verano no conoceremos las propuestas concretas del grupo de expertos, que aún tardarán algún que otro año en traducirse en medidas legislativas eficaces.
En definitiva, parece que los mercados y los políticos tienen muy claro lo que quieren y pueden llevarlo a la práctica con relativa facilidad. En cambio, los expertos aún deben dedicar tiempo y esfuerzos (sobre todo, de creatividad) para determinar qué es lo más conveniente--que parece ir en línea contraria (al menos, tendencialmente) a la evolución que se prevé a corto plazo en el sector financiero (español). En resumen, lo único que puede aventurarse es que la evolución del sector financiero está bajo la maldición de Sísifo, o que avanzará como los tejidos de Penélope. Quizá sea momento de pararse a reflexionar de verdad y esperar a que el grupo de expertos dé orientaciones consensuadas y profundas de reforma estructural para evitar seguir enterrando recursos en la reconfiguración de un "mapa bancario" que no sabemos si tenemos que orientar hacia el norte o el sur.