Acabo de releer las últimas reflexiones de Bruce Macfarlane sobre el papel de los profesores universitarios ("Command performance", Times Higher Education http://www.timeshighereducation.co.uk/story.asp?storycode=418146).
En esta interesante columna de opinión, Macfarlane apela a los profesores universitarios (especialmente los catedráticos jóvenes y de mediana edad, que están llamados a gestionar la reinvención de la universidad o hundirse con ella) a actuar como líderes o revulsivos ideológicos. De todo lo que nos dice, me quedo con que "In short, being a professor involves intellectual leadership" y con las claras recomendaciones que nos da para el diseño de un marco universitario menos encorsetado que les permita hacerlo, mediante:
1. La generación de expectativas (e incentivos) para que todos los profesores contribuyan al desarrollo de sus facultades y universidades y no restrinjan sus esfuerzos a las redes internacionales en que estén integrados (o, cabría añadir, a actividades desarrolladas al margen de la universidad).
2. La puesta en valor (y recompensa) de la creatividad y originalidad por encima de la (mera) productividad.
2. La puesta en valor (y recompensa) de la creatividad y originalidad por encima de la (mera) productividad.
3. Un mejor tratamiento y mayor implicación de los profesores eméritos, especialmente orientado a aprovechar su experiencia y los conocimientos acumulados a lo largo de su trayectoria académica (que no "caduca"), y a su interacción con profesores más jóvenes.
4. Cuidar, nutrir y guiar a los profesores--puesto que el crecimiento académico y personal dura toda la vida y no deja de ser necesaria la orientación y el apoyo de otros por mucho que se haya alcanzado la máxima categoría académica o administrativa.
5. Y por último, y quizá más importante, la generación de expectativas (e incentivos) para que los profesores sean verdaderos líderes intelectuales.
En definitiva, como dice el propio Macfarlane, lo más relevante es que la institución no esté demasiado encorsetada y que no ahogue al académico con excesivas tareas de gestión o captación de financiación: "Being a professor is not about being a «knowledge entrepreneur». It is about balancing the privileges of academic freedom with the responsibilities of academic duty. Generating income may be part of this. But if the professors who have been appointed in your institution are not regarded as intellectual leaders, this calls into question why they were made professors in the first place. Universities that are serious about offering intellectual leadership need to better articulate what they want from their professoriate beyond productivity and income generation."
Personalmente, creo que nuestra universidad se halla en un estado de coma intelectual en el que es necesario un verdadero revulsivo y una salida a la senda de excesiva burocratización y carga de gestión que nos drena las energías y nos seca las ideas. Propuestas como las de Gil Villa (Profesores indignados. Manifiesto de desobediencia académica, 3a ed, Maia, 2011) pueden ser algo extremas, pero empiezan a reflejar un sentimiento bastante extendido que debería llevarnos a una doble revolución gestora e ideológica. En cuanto a la gestión, va siendo momento de optar por la vía anglosajona de distinguir claramente gestión y vida académica, y profesionalizar (dignificando y con verdaderos planes de carrera) cada una de estas funciones conforme a sus propios criterios y exigencias (que son, en buena medida, incompatibles). En cuanto a la revolución ideológica, es necesario que todos tengamos tiempo de volver a las bibliotecas y las salas de profesores (y que las haya) para comentar entre colegas cuestiones de fondo que nos preocupen.
En definitiva, es necesario que empecemos de verdad a hacer algo para revivir nuestra universidad... o que, definitivamente, nos hundamos con ella.